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3.6.16

Sanidad y roles profesionales: ¿cómo no tropezar en la misma piedra?



En el post "¿Y si mañana desapareciera la Atención Primaria?" comentamos que uno de los aspectos que más dificultaban la transformación de la Atención Primaria hacia un modelo que se moviera más en la lógica de los cuidados y menos en la lógica de la curación aguda son las políticas llevadas a cabo en materia de gestión de profesionales.

Aprovechando ese post queremos destacar a continuación algunos puntos clave de un reciente informe del Nuffield Trust titulado "Reshaping the workforce to deliver the care patients need" donde se hacen algunas apreciaciones que son pertinentes cuando uno quiere mirar hacia el futuro en lo relacionado con la forma de diseñar el sistema sanitario que queremos para dentro de unos años; a continuación vamos a listar los puntos fundamentales señalados en el informe:

  • El National Health Service necesita evolucionar desde un sistema basado en la enfermedad y en el proveedor hacia uno que esté centrado en el paciente, los abordajes preventivos y la prestación cercana al hogar del paciente.
Es cierto que las ratios y la cualificación de los trabajadores sanitarios en la actualidad ha variado menos de lo que han podido variar los patrones epidemiológicos y las lógicas de la asistencia (de la lógica de la curación a la lógica de los cuidados).
  • Hay una necesidad urgente de reconfigurar la fuerza de trabajo del National Health Service para que se adapte a las necesidades cambiantes de la población a la que sirve.
El concepto "adaptarse a las necesidades cambiantes" hay que cogerlo con ciertas reservas. Las demandas son muy cambiantes, las necesidades también lo son pero algo menos, y generalmente la oferta va unos años por detrás. Hay que hacer que el sistema se adapte a las necesidades de salud de la población pero también hay que lograr que el sistema pueda detectar esas necesidades de forma que la población tenga algo que decir en dicha detección. La forma en la que se definen las necesidades de salud de la población no es inocente ni aséptica, sino que responde, generalmente, a los procesos implantados para determinar dichas necesidades. Hacer que la población tenga voz en los diagnósticos de salud y que lxs profesionales jueguen un papel importante en la definición de necesidades, competencias y roles es una clara mejora con respecto a la situación actual.

Aquí llegamos a un punto que desde el punto de vista político puede ser complejo: integrar a profesionales en la redefinición de competencias que pueden quedar fuera de sus capacidades o, simplemente, de sus ganas de desarrollo profesional. 
  • Hay buena evidencia de que los profesionales de apoyo pueden proveer asistencia de buena calidad y centrada en el paciente a la vez que reducen la carga de trabajo de otros profesionales con un mayor grado de formación. La inversión en este aspecto podría ser coste-efectiva y rápida para mitigar algunas presiones de la demanda sobre algunos profesionales sanitarios.

Esto es una proclama que tiene su origen muchos años atrás. En sistemas de salud médico-céntricos recaen sobre dichos profesionales tareas que deberían ser redistribuidas hacia otros profesionales sanitarios, con diferente formación (no necesariamente menor, pero sí diferente). En el sistema actual, profesionales con altos niveles de especialización prestan asistencia de patologías que no precisan de dicho nivel de especialización y que están ocupando recursos de forma ineficiente, inefectiva y, en ocasiones, poco segura.

  • La extensión de los roles de los profesionales no médicos abre oportunidades para el manejo de la carga creciente de enfermedades crónicas de forma más efectiva y eficiente.
  • Vaticinamos que, en el futuro, la asistencia será prestada predominantemente por profesionales no médicos, con los pacientes desempeñando un papel mucho más activo en sus propios cuidados.

La reconversión del médico a labores más relacionadas con el diagnóstico y la gestión del tratamiento y menos con la monitorización de constantes, papeleos variados y demás es una cosa que se lleva repitiendo desde hace mucho tiempo que no se llega a concretar. Nos encontramos en cierta manera con loq ue comentamos en el post anterior; es imposible llevar a cabo reformas encaminadas solamente hacia la expansión de unos sectores sin limitar las funciones de otros; introducir nuevos roles profesionales y ampliar algunos ya existentes implica de forma automática repensar los roles actuales y, en ocasiones, limitarlos, cosa que es sinónimo de conflicto.

  • Reconfigurar la fuerza de trabajo del National Health Service también trae consigo algunos riesgos. Hay evidencia de que sin un diseño cuidadoso de los roles y los servicios, los nuevos roles pueden: (I) incrementar la demanda, (II) suplementar, en vez de sustituir, otro personal, (III) aumentar costes en vez de suponer ahorros, (IV) amenazar la calidad de los cuidados y (V) fragmentar la asistencia.

Este punto es fundamental; hay dos debates en torno a los roles sanitarios que van a aparecer en los próximos años de manera importante: la inclusión o no de las oficinas de farmacia en la prestación de servicios asistenciales coordinados-integrados con los Servicios Autonómicos de Salud y la introducción o no de profesionales de psicología en dispositivos de Atención Primaria. Los 5 puntos anteriores deberían ser cuidadosamente evaluados y justificados antes de dar pasos hacia delante para no repetir errores prevenibles.

  • Hemos identificado 10 lecciones importantes para las organizaciones que busquen rediseñar su fuerza de trabajo: (I) ser realistas acerca del tiempo y la capacidad necesaria para afrontar el cambio, (II) crear una cultura receptiva al cambio, (III) apoyar la transformación con fuertes estrategias de comunicación y gestión del cambio, (IV) la construcción de roles se ha de basar en un detallado conocimiento del trabajo, las competencias profesionales y las necesidades del paciente, (V) invertir en el equipo, no solo en los roles, (VI) asegurar robustos mecanismos de triaje, (VII) desarrollar e invertir en fomentar la formación continuada, (VIII) construir un marco de desarrollo sostenible para los nuevos roles y para los roles que se amplíen, (IX) evaluar los cambios, (X) adoptar un abordaje sistemático de cambio y desarrollo de la fuerza de trabajo.

Generalmente cuando los cambios en las figuras profesionales salen a la discusión pública siempre hay quien aprovecha para tratar de trabajar por la vía de la precarización y el incremento de poder del contratador frente al contratado. Es fundamental que las nuevas distribuciones de competencias se hagan con decisión desde el lugar que corresponde pero con una visión fundamental de protección de lxs trabajadores, no desde la perspectiva de sus roles sino desde la perspectiva de su formación y su capacidad de desarrollo profesional.


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